¿QUÉ FUE DE LAS ESCUELAS SECUNDARIAS BÁSICAS EN EL CAMPO EN CUBA?
Por sus siglas y popularmente conocidas como ESBEC, fueron uno de los grandes proyectos de la revolución cubana que tuvieron lugar a inicio del año 1970. Algunos críticos ya las califican de un lamentable plan y una gran locura de Fidel Castro. Gracias al financiamiento de la URSS, no solo para su construcción, sino para su provisión y mantenimiento, el proyecto concluyó con unos gastos actualmente incalculables.
La primera escuela en el campo, la famosa Ceiba Uno, se construyó en Ceiba del Agua, una localidad de La Habana, cerca de lo que, según el gobierno cubano, sería un cultivo citrícola que produciría mucho mas que Israel.
Fidel Castro personalmente, diseñó en parte los proyectos de esa escuela, ayudado, entre otros, por las arquitectas Josefina Rebellón, Gina Rey y el ingeniero Max Isoba, tomando claro, el modelo soviético de estos centros de estudios.
Este proyecto se habilitó de increíbles condiciones materiales, que iban desde una alimentación excelente, un vestuario exclusivo, un selecto claustro de profesores y personal de servicios y hasta un hospital de diez camas, que contaba con ambulancias para el traslado de los pacientes que no se pudieran atender en el centro. Una vez terminada, la escuela fue motivo de orgullo para el gobierno, quien la mostraba al mundo por los medios de comunicación social y a los pocos visitantes extranjeros que por aquellos años llegaban a Cuba.
Así lucía una ESBEC recién terminada su construcción.
Las escuelas estaban diseñadas con una filosofía muy marcada, la integración de los estudiantes para lo académico y el trabajo en el campo. Estaban provistas de grandes dormitorios, sus literas, taquillas, baños, inodoros, aulas de clases con laboratorios de biología, física y química. Una clínica, áreas verdes y deportivas, un enorme comedor para unos cien comensales, una cocina bien equipada, anfiteatro, oficinas y dormitorios para los profesores, etc.
Pero llegó 1970 y con el fracaso de la gran zafra, este programa, como otros muchos, fue cancelado por ser poco práctico por los austeros interventores soviéticos.
Solo gracias a la gestión personal de Castro ante los soviéticos, este programa se salvó de su rescisión, y con recortes en los gastos faraónicos, fue autorizado. Fue el comienzo de uno de los mas costosos proyectos de la revolución cubana.
Las cifras aquí señaladas, son las más relevantes y fueron por 20 años conocimiento exclusivo del Partido Comunista. La más impactante, el consumo de casi 10 millones de toneladas de cemento, la mitad de ellas desviadas de los convenios militares con los rusos, habida cuenta de la Guerra Fría.
Otra cifra notable, fue el enorme gasto de combustible incurrido, no solo en la construcción de la escuela, sino además por los casi 2000 ómnibus rusos PAZ 652, que se ensamblaron en Cuba bajo el nombre de Girón, para transportar semanalmente a los estudiantes a sus hogares y viceversa. Según el informe al IV Congreso del PCC, durante todo ese periodo y solo para esos menesteres, se consumieron no menos de 15 millones de toneladas de la cuota petrolera que por entonces la URSS suministraba a Cuba.
De igual forma, se afectaron las importaciones de alimentos provenientes del bloque soviético, en no menos de 16 millones de toneladas. Durante su época dorada, se construyeron 535 escuelas en el campo, de las cuales 40 fueron destinadas a estudiantes provenientes de muchos países africanos, del Medio Oriente, de Corea del Norte y de Nicaragua.
Pero las ESBEC representaba unos gastos más allá de su construcción. También incluía la traída y salida de los estudiantes extranjeros, uniformes, gastos administrativos, etc. Todo ello gracias a los recursos de la antigua URSS.
En el caso de los estudiantes musulmanes (palestinos, saharauis, etc.), tenían hasta una dieta acorde a su religión.
Los padres de los estudiantes vieron horrorizados cómo las escuelas del hombre nuevo se convertían en antros de delincuencia, prostitución, y algún que otro seudoperiodista también asevera que de drogadicción. A mí como ex alumno de una de ellas, no me consta. Esto hizo que los padres retiraran a sus hijos con el fin de salvarlos.
La tercera imagen corresponde a la ESBEC 53 Carlos Fonseca Amador, donde pasé yo la secundaria. El monumento que se aprecia es el de Augusto César Sandino, líder de la revolución sandinista. Desconozco su condición actual, aunque en otras imágenes parece estar abandonada. El estado luce tan deplorable que la fotografía emula los edificios de Chernobyl en el tiempo del suceso.
Una vez en funcionamiento, en varias de las escuelas internacionalistas hubo motines que fueron reprimidos bestialmente, lo que hizo que muchos gobiernos africanos retiraran a sus nacionales de Cuba.
Esta imagen muestra la formación antes del inicio de clases de estudiantes cubanos vistiendo el uniforme azul y celeste que los identificaba como pertenecientes a una ESBEC.
Esta imagen muestra la formación antes del inicio de clases de estudiantes cubanos vistiendo el uniforme azul y celeste que los identificaba como pertenecientes a una ESBEC.
Todo esto duró más de veinte años y menos de veinticinco, con intermitencias cada vez mas acuciantes, hasta la llegada de Mijaíl Gorbachov, la Perestroika y la posterior desintegración de la URSS. Empezó el periodo especial en Cuba y lo demás ya es notoriamente conocido. Para el año 1995 solo quedaban, en el caso de las internacionales, los pre universitarios, hasta agotar existencias, pues ya no llegaban más extranjeros.
Poco a poco, casi todas las escuelas en el campo se abandonaron, y se convirtieron, en refugio de marginales y delincuentes, quienes vendían todo lo que quedaba. El desmantelamiento y la apropiación imperaban una vez que sus habitantes las abandonaron.
Como solución al enorme problema de la vivienda, el gobierno cubano encontró una solución al rehabilitar un número de estas escuelas en edificios de apartamentos para los campesinos, que se comprometieron a repararlas y garantizar la fuerza de trabajo agrícola.
Unas cuantas más se han dedicado a viviendas para los miles de damnificados de los ciclones y los derrumbes, muchos de los cuales llevaban hasta 25 años albergados en infrahumanas condiciones.
Decenas de estas escuelas se convirtieron en cárceles o vivacs municipales para aliviar en algo la sobre población penal. Incluso recientemente, se habilitaron varias -de forma gratuita -claro- con mejor diseño, para uso de la inteligencia rusa, en tareas de escucha electrónica.
Solo las escuelas más arruinadas, quedaron con sus esqueletos de hormigón como mudos testigos de una época donde se vivió una actividad apoteósica de estudiantes con elegantes uniformes recorriendo los brillantes suelos de mármol que aún no han sido desprendidos por los delincuentes.
La siguiente imagen muestra una de las ESBEC (54) de la Isla de la Juventud, y su ruinoso estado actual. Esta estaba destinada exclusivamente para los estudiantes provenientes de Nicaragua.
Por Oscar Mendoza
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